miércoles, 1 de enero de 2014

Artículo interesante, sobre la actitud del entrenador

Interesante artículo de la Psicóloga Patricia Ramírez

La historia ha demostrado que un entrenador con un gran equipo, plagado de talentos, trabajando en un club con cultura e historia y con respaldo de la entidad y afición, no siempre consigue los resultados deseados. Porque un entrenador, antes que dirigir a genios, tiene que gestionar personas. Los futbolistas son personas, y si queremos sacar lo mejor de ellos, si quieres que trabajen en equipo y que el grupo tenga sinergia, tendrás que ser más que un entrenador, un gran gestor de grupos.
Hay personas que tienen carisma, nacen o se forman para facilitar la comunicación con el grupo, y de forma natural y talentosa, conducen al jugador hacia el objetivo, sacando lo mejor que lleva dentro, no solo deportivamente hablando, sino en lo que se refiere a su implicación y compromiso.
No vamos a divagar con estilos de liderazgo, ni debatir que si el democrático, el autoritario o el dejar hacer son peores o mejores estilos. Lo que no tiene vuelta de hoja es la importancia de ser un buen líder, o preocuparte por serlo, a través de la formación y el coaching. Cuando diriges con eficacia:
Repercute en el beneficio del grupo.
  • Mejoras las relaciones personales con el grupo y entre los compañeros.
  • Estableces un modelo basado en el respeto.
  • Transmites entusiasmo y ganas de trabajar.
Sigue estas directrices y verás cómo “dirigir bien” no es tan difícil como parece:
  • Trata a los jugadores con respeto, tanto en el contenido (comunicación verbal) de lo que transmites como en las formas (comunicación no verbal). No hace falta gritar ni humillar para parecer creíble.
  • Manda mensajes positivos: “si se puede, estamos preparados, confío en vosotros”.
  • Si tienes que corregir algo, hazlo de forma breve y centrándote en lo que HACE MAL, no en LA PERSONA. 
  •  Trabaja la reflexión, y hazlo cada día.
  • Antes de hacer un comentario, por muy alterado que estés, mide tus palabras
  • Refuerza, refuerza y refuerza.
  • Plantéales objetivos desafiantes, e incúlcales que son capaces de alcanzarlos
  • Saca la cara por ellos, siempre, y sobre todo en público.
  • Escucha. Lo que tienen que decir tus jugadores es importante.
  • Ten empatía.
  •  Y ante todo, sé claro y directo